La pequeña glándula tiroidea,
situada en la base del cuello, solo pesa
entre 15 y 25 gramos pero desempeña un
papel crucial en nuestro organismo. Segrega hormonas tiroideas que intervienen
en múltiples niveles: desarrollo cerebral del feto y el bebé, crecimiento óseo,
transformación de grasas y azúcares, estimulación del consumo de oxígeno por
parte de los tejidos, etcétera. Por consiguiente no resulta sorprendente que las disfunciones de la glándula
(hipotiroidismo e hipertiroidismo) tengan numerosas repercusiones en nuestra salud: temperatura corporal baja, piel
amarillenta y pálida, transpiración excesiva, humor depresivo, pérdida o
aumento de peso por ejemplo.
Las enfermedades relacionadas con las tiroides son bastante
frecuentes, ya que hay más de 200 millones de personas en todo el mundo que las
padecen.
Existe una relación lógica entre
leptina y hormonas tiroideas. De
la misma forma, las hormonas tiroideas
son un factor principal en la regulación del metabolismo basal, de la
termogénesis y de la actividad simpática. Como ya se ha comentado más arriba,
tanto las hormonas tiroideas como la leptina aumentan la actividad de las
proteínas disociadoras (UCPs, uncoupling proteins) y con ello favorecen la
termogénesis.
Triyodotironina (T3); Tiroxina (T4); y Calcitonina son las tres
hormonas sintetizadas y liberadas por la glándula tiroides y relacionadas con
la obesidad.
La T3 posee mayor actividad
calorígena, potencia en su actividad fisiológica e inducción de la termogénesis
y lipólisis que la T4. El metabolismo tiroideo tiene una influencia reguladora
constante del eje hipotalámico-hipofisario. Las hormonas tiroideas producen un
incremento generalizado de la actividad metabólica lo que implica un incremento
de la utilización de sustratos, incremento de la actividad enzimática y de la
secreción de otras hormonas. Estas afectan al metabolismo en general de
carbohidratos, lípidos y proteínas.
Por lo tanto, por tal de
simplificar estos conceptos, podemos decir que los problemas de la glándula
tiroides pueden favorecer la obesidad debido a la disminución del gasto energético y al aumento del apetito.
Asimismo, la obesidad puede ser causa de
disfunción tiroidea. Es conveniente tener en cuenta esta asociación para
establecer un tratamiento adecuado en los pacientes que padecen estas
patologías
Respecto al papel que puede tener la actividad física en estas patologías, hay
evidencias sobre el impacto del ejercicio en la función paratiroidea . Dos estudios anteriores mostraron que una sola sesión de ejercicio aeróbico
en mujeres aparentemente sanas ( Thorsen
et al 1997 ) y de ejercicio de resistencia moderada a largo plazo en los
hombres ( Ljunghall
et al 1986 ) dio lugar a un aumento
de los niveles de la hormona paratiroidea hasta 72 horas después del
ejercicio . Hiperparatiroidismo
resultados en el aumento de los niveles circulantes de la hormona paratiroidea y el ejercicio
pueden inducir un efecto aditivo sobre esta hormona que puede elevar aún más los niveles de calcio y el impacto sobre el
metabolismo óseo.
Respecto al caso concreto de
hipertiroides, los ataques de taquicardia (ritmo cardíaco anormalmente elevado)
también se han observado en el hiperparatiroidismo ( Chang et al, 2000) , por
lo que claramente esta condición debe ser medicada antes de la práctica de
ejercicio estructurado.
Faltan estudios para determinar
exactamente cuáles serían las pautas exactas para el entrenamiento con gente
con enfermedades tiroideas. Aun así, la mayoría
de estudios y centros de investigación apuntan a que el trabajo combinado de
fuerza y trabajo aeróbico son las mejores pautas a seguir. La escuela
américana de medicina deportiva (ACSM 2010)
nos enseñan estas pautas a seguir:
Prescripción del
ejercicio para el ejercicio aeróbico
Frecuencia: ≥ 5 días
a la semana para maximizar el gasto de energía ( si es obeso ) y / o
mejorar la capacidad cardiorrespiratoria , donde el control de peso no es una
preocupación primordial .
Intensidad: de 40 a
75 % frecuencia cardiaca.
Tiempo (duración) :
de 30 a 60 minutos por día . Si usted es incapaz de tolerar , actividades
continuas largas , aconsejan separar de manera intermitente en bloques de 10
minutos de duración acumulado así el tiempo de 30 o 60 minutos.
Tipo: Seleccione
ejercicios aeróbicos que comporten grandes grupos musculares
Prescripción del
ejercicio para el entrenamiento de fuerza
Las directrices para el entrenamiento de la fuerza en las
personas con un diagnóstico de tiroides y disfunción paratiroidea con su
tratamiento farmacológico correspondiente, pueden ser similares a los de la población aparentemente sana. Sin
embargo, el entrenamiento deberá estar a adaptado a cada persona y sus
limitaciones.
Adamopoulos, S.,
Gouziouta, A., Mantzouratou, P., Laoutaris, I. D., Dritsas, A., Cokkinos, D.
V., & Pantos, C. (2013). Thyroid hormone signalling is altered in response to physical training
in patients with end-stage heart failure and mechanical assist devices:
potential physiological consequences?. Interactive cardiovascular and thoracic
surgery.
Vanders
Human Physiology, 11th edition. 2008. Chapter 11: Endocrine System. McGraw Hill: New York.
Ciloglu, F, Peker, I,
Pehlivan, A, Karacabey, K, Ilhan, N, Saygin, O, Ozmerdivenli, R. (2005).
Exercise intensity and its effects on thyroid hormones. Neuroendocrinol Letters. 26:830–834
American
College of Sports Medicine, Ed. (2010). ACSM’s Guidelines for Exercise
Testing and Prescription, 8th Edition, Lippincott Williams and Wilkins.
No hay comentarios:
Publicar un comentario