miércoles, 4 de febrero de 2015

Tiroides y deporte




La pequeña glándula tiroidea, situada  en la base del cuello, solo pesa entre 15 y 25 gramos pero desempeña un papel crucial en nuestro organismo. Segrega hormonas tiroideas que intervienen en múltiples niveles: desarrollo cerebral del feto y el bebé, crecimiento óseo, transformación de grasas y azúcares, estimulación del consumo de oxígeno por parte de los tejidos, etcétera. Por consiguiente no resulta sorprendente que las disfunciones de la glándula (hipotiroidismo e hipertiroidismo) tengan numerosas repercusiones en nuestra salud: temperatura corporal baja, piel amarillenta y pálida, transpiración excesiva, humor depresivo, pérdida o aumento de peso por ejemplo.
Las enfermedades relacionadas con las tiroides son bastante frecuentes, ya que hay más de 200 millones de personas en todo el mundo que las padecen.
Existe una relación lógica entre leptina y hormonas tiroideas. De la misma forma, las hormonas tiroideas son un factor principal en la regulación del metabolismo basal, de la termogénesis y de la actividad simpática. Como ya se ha comentado más arriba, tanto las hormonas tiroideas como la leptina aumentan la actividad de las proteínas disociadoras (UCPs, uncoupling proteins) y con ello favorecen la termogénesis.
Triyodotironina (T3); Tiroxina (T4); y Calcitonina son las tres hormonas sintetizadas y liberadas por la glándula tiroides y relacionadas con la obesidad.
La T3 posee mayor actividad calorígena, potencia en su actividad fisiológica e inducción de la termogénesis y lipólisis que la T4. El metabolismo tiroideo tiene una influencia reguladora constante del eje hipotalámico-hipofisario. Las hormonas tiroideas producen un incremento generalizado de la actividad metabólica lo que implica un incremento de la utilización de sustratos, incremento de la actividad enzimática y de la secreción de otras hormonas. Estas afectan al metabolismo en general de carbohidratos, lípidos y proteínas.
Por lo tanto, por tal de simplificar estos conceptos, podemos decir que los problemas de la glándula tiroides pueden favorecer la obesidad debido a la disminución del gasto energético y al aumento del apetito. Asimismo, la obesidad puede ser causa de disfunción tiroidea. Es conveniente tener en cuenta esta asociación para establecer un tratamiento adecuado en los pacientes que padecen estas patologías
Respecto al papel que puede tener la actividad física en estas patologías, hay evidencias sobre el impacto del ejercicio en la función paratiroidea . Dos estudios anteriores mostraron que una sola sesión de ejercicio aeróbico en mujeres aparentemente sanas ( Thorsen et al 1997 ) y de ejercicio de resistencia moderada a largo plazo en los hombres ( Ljunghall et al 1986 ) dio lugar a un aumento de los niveles de la hormona paratiroidea hasta 72 horas después del ejercicio . Hiperparatiroidismo resultados en el aumento de los niveles circulantes de la hormona paratiroidea y el ejercicio pueden inducir un efecto aditivo sobre esta hormona que puede elevar aún más los niveles de calcio y el impacto sobre el metabolismo óseo.
Respecto al caso concreto de hipertiroides, los ataques de taquicardia (ritmo cardíaco anormalmente elevado) también se han observado en el hiperparatiroidismo ( Chang et al, 2000) , por lo que claramente esta condición debe ser medicada antes de la práctica de ejercicio estructurado.
Faltan estudios para determinar exactamente cuáles serían las pautas exactas para el entrenamiento con gente con enfermedades tiroideas. Aun así, la mayoría de estudios y centros de investigación apuntan a que el trabajo combinado de fuerza y trabajo aeróbico son las mejores pautas a seguir. La escuela américana de medicina deportiva (ACSM 2010) nos enseñan estas pautas a seguir:
Prescripción del ejercicio para el ejercicio aeróbico
Frecuencia: ≥ 5 días a la semana para maximizar el gasto de energía ( si es obeso ) y / o mejorar la capacidad cardiorrespiratoria , donde el control de peso no es una preocupación primordial .
Intensidad: de 40 a 75 % frecuencia cardiaca.
Tiempo (duración) : de 30 a 60 minutos por día . Si usted es incapaz de tolerar , actividades continuas largas , aconsejan separar de manera intermitente en bloques de 10 minutos de duración acumulado así el tiempo de 30 o 60 minutos.
Tipo: Seleccione ejercicios aeróbicos que comporten grandes grupos musculares
Prescripción del ejercicio para el entrenamiento de fuerza
Las directrices para el entrenamiento de la fuerza en las personas con un diagnóstico de tiroides y disfunción paratiroidea con su tratamiento farmacológico correspondiente, pueden ser similares a los de la población aparentemente sana. Sin embargo,  el entrenamiento deberá estar a adaptado a cada persona y sus limitaciones.

Adamopoulos, S., Gouziouta, A., Mantzouratou, P., Laoutaris, I. D., Dritsas, A., Cokkinos, D. V., & Pantos, C. (2013). Thyroid hormone signalling is altered in response to physical training in patients with end-stage heart failure and mechanical assist devices: potential physiological consequences?. Interactive cardiovascular and thoracic surgery.

Vanders Human Physiology, 11th edition. 2008. Chapter 11: Endocrine System.  McGraw Hill: New York.

Ciloglu, F, Peker, I, Pehlivan, A, Karacabey, K, Ilhan, N, Saygin, O, Ozmerdivenli, R. (2005). Exercise intensity and its effects on thyroid hormones.  Neuroendocrinol Letters.  26:830–834

American College of Sports Medicine, Ed. (2010). ACSM’s Guidelines for Exercise Testing and Prescription, 8th Edition, Lippincott Williams and Wilkins.

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